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Venezuela: Reparos, referendo y sainete

Por Ismael Pérez Vigil, Politólogo

A medida que se acerca la fecha de los reparos y cada vez que trascienden los resultados de alguna encuesta comienzan los sudores fríos en el mundo político, especialmente del Gobierno. Los porcentajes varían de semana a semana, pero el país continúa dividido en tres grandes segmentos, de un tamaño muy similar e inquietante: opositores, partidarios e indecisos.

Suponemos que para el Gobierno sirve de consuelo comprobar que aunque disminuye, todavía mantiene un alto porcentaje; pero debe ser motivo de grave preocupación el incremento de la oposición y que un grupo grande, superior al 30%, aunque no esta claramente a favor de cualquier opción que le presente la oposición, si esta claramente en contra del Gobierno. De manera que, dependiendo como lo queramos ver —vaso medio lleno o vaso medio vacío— al Gobierno se le oponen dos tercios del país. Pero mantiene, después de 5 años, un tercio del país a su favor, que no es una base electoral despreciable.

Las encuestas tienen otros detalles importantes, pero los más significativos —y de allí el nerviosismo— son los relativos a la popularidad del Gobierno y la neutralidad de ese porcentaje tan alto, frente a la labor del Gobierno. Ante esta dosis de realismo, comienzan los análisis y conjeturas acerca de porque continúan las cifras de esta manera, pero sobre todo se despliegan las estrategias para hacer frente a esta situación.

El Gobierno

El sábado 8 de mayo la oposición se movilizo por el país para conocer la situación de sus firmas. Fue una jornada tranquila que demostró le decisión de la gente, por encima de las advertencias, las amenazas, el pesimismo de algunos voceros de la propia oposición y las vicisitudes climáticas. El Comando Ayacucho había previsto una “movilización nacional”, 700 mil personas, que “casa por casa”, irían a convencer a los firmantes que vayan a retirar sus firmas en contra del Presidente de la República. No se les vio por ninguna parte.

Pero, cada vez que hay un acontecimiento de la oposición que no logran impedir, que implica movilización popular, que se les escapa de las manos y del calculo que había establecido, al Gobierno se le siente nervioso y comienza a actuar precipitadamente. Lo que esta ocurriendo trae al Gobierno por la calle de la amargura y esa “quema de naves” puede traer sus consecuencias. Por ejemplo, el domingo 30 de noviembre de 2003, ante la masiva afluencia de firmantes en contra del Presidente Chávez Frías, tras el fracaso del Comando Ayacucho la semana anterior en recoger las suyas, empezó a gritar “megafraude”, como si se tratara de un poseso. El propio CNE, meses más tarde, terminaría reconociendo que eran tres millones de firmas las que recogió la oposición; pero… que únicamente dos millones eran válidas y más de un millón tenían que ser “reparadas”.

Otro domingo, ahora el 9 de mayo, tras fijarse la fecha de reparo y la exitosa jornada de la oposición del día anterior, se “descubre” y apresa sin disparar un tiro a un peligroso grupo paramilitar, colombiano, que vestidos con uniformes nuevos de camuflaje y sin armas, merodeaban muy cerca de Caracas en unos autobuses robados; uno de ellos declaró, encapuchado (?) y con lujo de detalles, al periodista de la televisora del Estado, que acompañaba a los cuerpos de seguridad del Estado en este operativo (?). Un incidente que a todas luces y a medida que transcurren las horas, parece un conveniente sainete que permitirá al Gobierno distraer la atención política por unos días y tomar algunas “iniciativas”, donde la más importante es continuar tratando de sembrar terror entre la población para impedir que estos acudan a ratificar las firmas que lleven al referendo revocatorio.

La delicada situación que se venia viviendo en el mundo militar queda ahora opacada. En el fuerte Mara, en Maracaibo, habían sido quemados unos soldados en un incidente que no ha sido para nada aclarado; dos de los soldados ya han muerto, uno de ellos cuando lucia recuperado y dispuesto a declarar; los otros no se sabe en donde los tiene y no se ha tenido acceso a ellos. Estos incidentes se suceden y juntan a otras violaciones de los derechos humanos que ocurrieron en el país, a raíz de los acontecimientos del febrero y marzo de este año, cuando el gobierno arremetió salvajemente contra la oposición, en incidentes que dejaron varios muertos, heridos, torturados y detenidos sin ninguna razón. Estos incidentes, que traían de cabeza al Gobierno, por el deterioro de su “imagen” internacional, quedan ahora también convenientemente opacados por el incidente de los paramilitares.

Los rumores de allanamientos se iniciaron de inmediato y algunos ya se han hecho efectivos. El más notorio y absurdo, pero que refuerza el carácter “mediático” de este evento, fue el allanamiento a la Quinta La Ahumada, en el sector de El Hatillo, cercano a la zona donde se descubrieron los supuestos “paramilitares”. Allí estuvo recluido el ex­-Presidente Carlos Andrés Pérez, cuando tuvo esa casa por cárcel, después de dejar la presidencia de la República. Hoy en día vive allí su ex esposa, que en el momento del allanamiento se encontraba con una hija invidente y dos nietos y un par de personas mas, empleados de la familia. El ex­-Presidente Pérez no vive allí desde 1999. Seguirán otras detenciones, o persecución a personas a las que se tratara de vincular con estos hechos y que a la larga tendrán que dejar libres por no encontrar nada que los vincule con semejante absurdo.

Por supuesto, no podían faltar las insinuaciones, retos y emplazamientos del Gobierno venezolano contra los Estados Unidos y hacia la Comunidad Internacional “buena”, que será la que se pronuncie con simpatía por el, una vez mas victimizado, Presidente Chávez Frías. La fiesta no esta completa sin el ingrediente anti imperialista. Nada haría más feliz al Gobierno venezolano que una repuesta directa de algún alto funcionario norteamericano a los reclamos y emplazamientos del régimen.

Ahora, tras este incidente, arreciaran los ataques a los medios, que desde hace algunas semanas han comenzado a tomar el giro de la “diferenciación”. Se ataca a unos, que son “malos”, mientras se excluye a otros que son “buenos” y los ataques son cada vez más agresivos y personalizados, buscando provocar a sus dueños y preparando el terreno para que la Asamblea Nacional apruebe la Ley de Contenidos o Ley Mordaza que le permita controlar a los medios de manera “legal”. Seguirá la Ley de Policía Nacional, para controlar la “peligrosas” policías municipales y por allí tratara de continuara el tortuoso camino autoritario del régimen.

Sorprende, sin embargo algunas de las líneas maestras que el Gobierno trata de desplegar. Una de ellas es ese inusitado interés, casi obsesivo, del Gobierno por vincular el tema de los “paramilitares” con determinadas opciones de oposición. Da la impresión de que el Gobierno trata de estimular la vía violenta para que la oposición caiga en algún tipo de trampa o pise “algún peine” que le permita tener libertad de acción. Otra de las líneas maestras es la división entre oposición “buena” y oposición “mala”; al igual de lo que ya hemos dicho de medios “buenos” y medios “malos” y comunidad internacional “buena” y comunidad internacional “mala”. Hace un mes la oposición “buena”, según el Gobierno, era la que iba a los reparos; se intentaba una campaña de franca provocación, buscando que la Oposición reaccionara negativamente y se retirara de la cita, alejando así el peligro del revocatorio. Como eso no resulto, y la oposición en efecto aceptó ir al reparo, ahora arrecia la estrategia de intimidación y hay un nuevo parámetro de medición: los “paramilitares”, para medir la oposición buena y la mala. Los “buenos” serán los que avalen el show, los que le den espacio, los que le sigan el juego. Esta clara la estrategia del Gobierno: de la manera desesperada que sea y sin vergüenza ante el ridículo, impedir el referendo revocatorio.

La Oposición

Con muchas dudas la oposición opto por la vía del reparo para llegar al referendo. No fue una decisión fácil, ni una discusión tranquila. Para empezar, fue una discusión abierta, de la cual nadie puede decir que no se entero o que no tuvo la oportunidad de exponer sus puntos de vista y sus argumentos. Al final, las cosas se deciden cuando no salieron a relucir mejores opciones y alternativas por parte de las posiciones más radicales. Algunos afirmaron que todos sabemos que existen formulas para enfrentarse a un régimen, como el de Chávez Frías, sin someterse a sus caprichos y sin empuñar un arma; lo malo es que hasta ahora no nos dicen cuales son. Por lo tanto, ante esa carencia, se opto por una decisión mayoritaria, donde aun se respeta la disidencia, pero se pide aceptar el criterio de la decisión adoptada democráticamente.

Pero esta discusión nos dejo una lección. Debemos evitar que en futuras discusiones —que las habrá y serán tan duras como esta— se establezca una división que me luce artificial: De un lado los que están cansados de trampas, engaños, trucos, fraudes, emboscadas y de otro los que sufrimos “el síndrome de Estocolmo”, que tenemos una relación de dependencia secuestrador secuestrado, pero llevada a la política; o peor aun, que tenemos una relación dependiente y clientelar con el Gobierno opresor. Creo que lo justo es admitir que hay una categoría, en donde estamos los que también estamos cansados de trampas, engaños, trucos, fraudes, emboscadas, etc., pero que creemos que no tenemos la fuerza para enfrentarnos al gobierno con las armas, con barricadas en la calle y esperar que vengan los militares a “salvarnos”. Que pensamos que no tenemos la capacidad organizativa ni ideológica para oponernos de otra manera y creemos que la electoral, aparte de ser una buena vía, nos puede dar los elementos organizativos para emprender otras opciones en un futuro, cuando se nos cierren estas vías.

Por supuesto, lo que queda no es un camino fácil en los días por venir, ya esta a la vista cual será el juego del régimen. Pero esta jugada del Gobierno puede ser un gran fiasco y la prueba esta en lo ocurrido —y ya explicado— el sábado 8 de mayo, cuando la gente acudió de manera tranquila a sus centros de recolección de firmas a enterarse de la suerte de sus firmas y como tenía que hacer para defenderla y ratificarla.

El tema de la unidad, es un problema no resuelto en la oposición y que ha estado una vez más de manifiesto; se le puede esgrimir como aspiración imprescindible o como chantaje. ¿Hasta donde es tolerable la disidencia? ¿Unidad, significa “uniformidad”? Siempre he creído y afirmado que, planteado así, es un falso problema; unidad no es uniformidad y la disidencia es deseable. Es más, esa es una de las razones por la cual muchos estamos en esta lucha, porque nos rebelamos contra un régimen totalitario en donde priva un solo criterio, una sola verdad, la del autócrata de turno: Chávez Frías.

El problema en la oposición es la forma en que se discute, la forma en que se dirimen las diferencias. Dependiendo como se haga, se construye, se agrega, se multiplica o por el contrario se destruye, se resta o se divide. En cada problema sustantivo que confronte la oposición surgirán siempre los problemas no resueltos; uno de ellos es el enfrentamiento entre dos actores de este proceso, los partidos políticos entre si y de estos con la sociedad civil.

Tenemos que decir —y que lamentar— que los partidos no dan señas claras de renovación profunda, si cuando se escarba un poco la superficie, aparecen los mismos vicios, las mismas prácticas, los mismos líderes que han sido rechazados por el resto de la sociedad. Basta con ver quienes son algunos de sus voceros y algunos de sus candidatos a cargos de elección popular.

Pero también en la sociedad civil —cuyas disputas por el liderazgo no se alejan mucho de las pautas que repudian en los partidos— deben también demostrar sus esfuerzos por superar la ojeriza y el perjuicio hacia los políticos y los partidos. Un esfuerzo similar debemos exigir a los medios de comunicación, con sus propios y legítimos intereses, pero que no pueden supeditar la información a esos intereses, negando o promoviendo unas opiniones en vez de otras.

La verdad de todas estas posiciones y las intenciones reales de algunos análisis las veremos cuando se normalice de cualquier manera esta situación y aparezcan los candidatos a los diversos cargos, incluidos los presidenciales, allí veremos a donde conducían todas estas posturas y análisis. Recordemos que así como para la sociedad civil la discusión de ir a los reparos o no ir, era una discusión vital, pues implicaba su interés primordial y de fondo: Salir de este oprobioso régimen; la discusión acerca de si se debe ir o no a las elecciones regionales, que es una discusión vital para los partidos políticos, no lo es para la sociedad civil. Esta no lo percibe como algo vital, no es de su interés, no compite allí por poder, pero vota y decide.



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