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Adios a la DEA

Oscar Medina | El Universal

20.08.05 | Sacándose de la chistera dos denunciantes anónimos (pero suficientemente conocidos en predios policiales), a los que se pretende hacer ver como patriotas preocupados por la soberanía nacional y dejando que la vocería oficial confunda términos y conceptos con señalamientos poco precisos, el plan para desmantelar la colaboración entre la Drug Enforcement Administration (DEA) y los organismos de seguridad venezolanos cumplió con éxito las etapas hasta su objetivo: ya el propio Hugo Chávez dijo que con esa gente nada más, que son el enemigo, que "no es imprescindible la DEA para la lucha contra el narcotráfico".

Cuando se firmó el acuerdo de cooperación entre el Estado venezolano y la DEA para la formación de unidades especiales de investigación en la Guardia Nacional y en la policía científica, entre los "considerandos" formales se reconocía la escasa capacidad de Venezuela para el combate contra la poderosa industria del narco y se celebraba, además, el éxito del trabajo conjunto alcanzado por estos equipos patrocinados por la DEA en Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Panamá, República Dominicana y México.

Era una receta que estaba dando buenos resultados en la región, y por eso, a través de la Comisión Nacional Contra el Uso Ilícito de las Drogas _entonces presidida por Mildred Camero_ se formalizó el acuerdo con los estadounidenses el 4 de marzo de 2002.

¿Ha cambiado algo desde entonces? ¿La Guardia Nacional y el Cicpc ahora disponen de los recursos humanos, técnicos y financieros que antes no tenían? Nada de eso. La ruptura con la DEA hay que verla con los anteojos de la política del yankee go home: un gobierno que se enreda con inusitada pasión en las barbas del dictador cubano y que se ufana sin pudores de su naturaleza antigringa, no iba a permitir _tal como ya lo hizo con la colaboración militar_ que se mantuvieran semejantes acuerdos.

A riesgo, incluso, de que Venezuela se iguale con la hermana Cuba en términos de la facilidad con la que transita la droga por la Isla _especialmente en sus aguas_ rumbo a sus destinos de consumo final: el puente se ha caído y por aquí podrán pasar. Los capos del negocio están de fiesta.

El año pasado se decomisaron 43 toneladas de cocaína en Venezuela, lo que representa 33% más que en 2003. También se capturaron 658 kilos de heroína, versus 443 kilos del año anterior. Y las cifras del primer semestre de 2005 apuntan a superar el registro de 2004, según ha dicho orgulloso el vicepresidente Rangel. Si bien por una parte esto indica que el paso de drogas ha aumentado, también refleja el mayor nivel de contundencia alcanzado con la coordinación global en la pelea contra el narcotráfico: el acuerdo con la DEA estaba rindiendo sus frutos.

Aunque el general Frank Morgado, jefe del Comando Antidrogas de la Guardia Nacional, prefiere atribuir los logros exclusivamente a los de casa por la "alianza estratégica entre las diferentes instituciones del Estado para combatir de manera frontal este delito", según recoge El Universal el 25 de enero pasado.

Morgado, un oficial que ha hecho la mayor parte de su carrera en ese comando de la Guardia no iba a hacerle carantoñas a los musiúes de la DEA: la historia es vieja y permite presumir algunas cucharadas de dulce venganza por afrentas del pasado que se remontan a principios de la década del noventa y que tienen que ver con la enrevesada situación que dejó a su jefe de entonces, el general Ramón Guillén Dávila, con un juicio pendiente en Estados Unidos por tráfico de drogas (ver página 2). De modo que esta trama tiene buenos condimentos: narcotráfico, antiimperialismo y revanchas.

Soplones patriotas

En junio, la Dirección de Derechos Fundamentales del Ministerio Público recibió documentos elaborados por dos personas, un hombre y una mujer, que afirman haber trabajado como informantes en operaciones de la DEA, la GN y el Cicpc, y que hoy denuncian a los agentes estadounidenses por irregularidades que van desde actuación ilegal en procedimientos hasta supuestos extravíos de droga.

Ambos denunciantes estarían arriesgando sus vidas con estos señalamientos formales que ahora hacen en defensa de la "soberanía del país" y por ello el Ministerio Público solicitó custodia policial para estos desinteresados patriotas.

Fuentes vinculadas a cuerpos de investigación antidrogas _de adentro y de afuera_ manejan otras informaciones que al parecer la diligente Fiscalía no ha tomado en cuenta. Señalan que los denunciantes no son ni tan patriotas ni tan desinteresados: "Estas personas jamás actúan por nada, siempre lo hacen a cambio de dinero. Y esta oportunidad no es distinta. En efecto, los dos fueron alguna vez informantes pero hace tiempo que fueron expulsados de esas labores porque encontramos que también se dedican al comercio de drogas. La mujer utiliza una identidad falsa: Georgina Valentín, con el número de cédula 6.504.089 (existe otra persona con esta cédula inscrita en el CNE) y número de pasaporte 0638552. Con esos documentos viaja por Estados Unidos, Colombia y el Caribe donde hace sus negocios. Su nombre real es Reyna Marbella de Capobianco".

Las fuentes, se entenderá que han optado por el anonimato, completan la información: "El hombre es de Maracaibo. Se llama José Rafael Sánchez y está solicitado por narcotráfico. ¿Qué te parece? La Fiscalía está dándole protección a un tipo que está solicitado". También se hacen una pregunta inevitable: "¿Por qué vienen ahora con esas denuncias falsas justo en un momento de tensión entre el Gobierno y Estados Unidos? Detrás de ellos está el interés del narcotráfico. Ahora tienen respaldo de un ente oficial, respaldo de la Guardia Nacional y el apoyo económico de los narcos".

Camino despejado

Cuando se habla de un plan para pulverizar el acuerdo DEA-Conacuid no hay exageración. La trama es compleja.

A principios de año el fiscal 27 Antidrogas José Antonio Guerrero fue sacado del Ministerio Público. Hace aproximadamente un mes la directora de la dependencia antidrogas de la Fiscalía, Belice Pérez Díaz, también hubo de desalojar su despacho "beneficiada" con su correspondiente jubilación. Ambos, según se dice, hacían su trabajo aportando los requerimientos legales a las actuaciones de los grupos antidroga. Y su salida del juego coincide y se suma a la ruda destitución de Mildred Camero, sin previo aviso y vía Gaceta del 9 de mayo, de su sillón en la presidencia de la Conacuid.

Antes de la eyección de Camero, en marzo los miembros de la Unidad Especial Antidrogas de la GN que trabajaban en estrecha colaboración con la DEA se retiraron de la sede habilitada y financiada por la DEA en Maripérez, llevándose _cuentan las fuentes_ vehículos y equipos que posteriormente devolvieron _averiados_ tras reclamos formales de Camero. Desde entonces la GN cortó su relación con la DEA y sólo quedaba operativo el grupo especial conformado con agentes del Cicpc.

"Estamos trabajando con otros oficiales de la GN y también con la Disip y el Cicpc. Con el único que no estamos trabajando es con Frank Morgado", aclaró un vocero estadounidense que además señaló que el general Morgado pretendió en algún momento que todos los aportes de inteligencia y seguimiento de la DEA pasaran exclusivamente por sus manos. Los voceros no disimulan su desconfianza: para ellos Morgado no es de fiar. Y no precisamente por diferencias políticas.

Quedaba entonces el Cicpc como aliado. Hasta esta semana cuando fue descabezada la unidad: el director del Cicpc, Marcos Chávez, ordenó el retiro del comisario Juan de Castro de sus funciones como jefe del equipo de 11 policías que trabajaban hombro a hombro con la DEA. Todo está consumado: el combate al narcotráfico será endógeno o no será.

ommedina@eluniversal.com



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