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Venezuela: ¿Tiene sentido votar?

Por Daniel Romero Pernalete (*)

11.07.05 | Votar es un derecho que el titular ejerce si le viene en gana. Sus razones tendrán quienes, en las condiciones actuales, concurran a los comicios. Yo tengo las mías para negarme a hacerlo. Hay una inmediata y muy publicitada: la aberrante parcialidad del árbitro electoral, cuya función principal parece ser la de garantizar que el premio mayor siempre quede en casa. Con unos mecanismos electrónicos nada confiables para registrar, contar y totalizar votos. Con un Registro Electoral indecorosamente cocinado, con su aderezo de triplecedulados y nacionalizaciones express. Pero tales razones, con todo su peso, no bastan. Porque la democracia es algo más que voto. El derecho a elegir solamente tiene sentido cuando se ejerce en el marco de respeto a los valores fundamentales de la democracia. De lo contrario, carece de sentido.

No provoca votar mientras haya persecuciones políticas. Mientras siga el acoso contra periodistas críticos y militares disidentes. Mientras existan Tascones y usuarios de sus listas. Mientras mi derecho al trabajo o mi derecho a la vida dependa de mi adscripción a un proceso pretendidamente revolucionario. Mientras el propio Presidente se arrogue el derecho de insultar públicamente a quien mejor le parezca. Porque la democracia es algo más que voto. Es tolerancia. Es diálogo. Es pluralismo. Es respeto por el adversario. Por encima de mi derecho a elegir pongo mi derecho a disentir.

No provoca votar mientras los hilos institucionales confluyan hacia una sola y zurda mano. Mientras existan los Maduros, los Rodríguez, los Mora, los Russian y los Amundarain que obedezcan y rindan cuentas al mismo capataz. Mientras las leyes se aprueben porque el Caudillo quiere. Y se apliquen como el Caudillo lo desea. Mientras los derechos ciudadanos tengan el tamaño que les asigna el caudillo. Porque la democracia es algo más que voto. Es independencia de poderes.

No provoca votar en un país incitado permanentemente a la guerra entre naciones, al odio entre hermanos. Un país que destina ingentes esfuerzos financieros y humanos en preparar para la guerra en lugar de invertirlos en educar para la paz. Un país escindido por el verbo disolvente del Caudillo. Porque la democracia es algo más que voto. Es paz. Es convivencia. Es solidaridad.

No provoca votar en un país que recibe anualmente una avalancha de dólares mientras crece la miseria. En un país cada vez más rico donde medra un pueblo cada vez mas pobre. En un país cuyo gobierno prefiere crear mendigos que fuentes de trabajo. En un país donde la dádiva humillante amarra voluntades y patea dignidades. Porque la democracia es algo más que voto. Es eficiencia en la administración de la riqueza colectiva. Es responsabilidad. Es bienestar individual y colectivo.

No provoca votar en un país donde la corrupción se ha vuelto cosa cotidiana. Donde le nueva élite gobernante pasea sin escrúpulos sus riquezas mal habidas frente a los ojos de viejos ricos y nuevos pobres. Porque la democracia es algo más que voto. Es transparencia. Es ética en el manejo de la cosa pública.

No provoca votar en un país cuyos jueces, al servicio del Caudillo, interpretan las leyes a su modo, para castigar al adversario y exonerar de culpa a los caimanes de su propio pozo. Un país cuyos jueces liberan a los pistoleros de Puente Llaguno y mantienen encerrados a los presos del Táchira. Donde la diferencia entre tener trabajo o pasarlo es haber firmado o no para solicitar un referéndum previsto en la propia Constitución. Porque la democracia es algo más que voto. Es igualdad.

Sin libertad, sin tolerancia, sin pluralismo, sin independencia de poderes, sin convivencia, sin solidaridad, sin responsabilidad, sin bienestar, sin eficiencia, sin transparencia, sin ética, sin igualdad... no hay democracia. En esas circunstancias, ¿qué sentido tiene concurrir a las urnas? El hábito no hace al monje, dice el saber popular. Y yo no quiero ayudar a tejer el hábito de legalidad con el que se pretende vestir a un Estado delincuente.

(*) Sociólogo, Profesor Universitario



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